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PERASHAT “BALAK”
- junio 29, 2023
- Publicado por: augustomunoz
- Categoría: Sección Torah
CUANDO LOS BURROS TIENEN LA PALABRA
(Comentario sobre la Perashat semanal)
1/7/2023 – 12 DE TAMUZ 5783
¿Cuánto vale la palabra? Pregunta que recorre los recovecos de la conciencia humana, exaltada precisamente por esa condición parlante. El ser humano, dotado de la palabra, se tornó consciente. Pudo descubrir que su decir es parte de un intrincado mecanismo de deseos –algunos expresados y los otros nunca dichos-, de posibilidades infinitas en las cuales verse reflejado y a la vez, honrado y elevado hasta el mismísimo sillar del Todopoderoso –‘Kisé haCavod’-…
Es a partir de lo que Unkelus –traductor del texto bíblico al arameo- define: “ruaj memalela”, o sea, un espíritu parlante, que lo humano se diferencia de toda otra creación. O al menos, por lo cual debe diferenciarse. Decimos así, porque en las arenas bíblicas, hay situaciones paradojales, donde los animales también hablan…
Al principio de la misma creación, será nuestra conocida ‘Najash’ –la serpiente edénica- la que toma la posta del decir, para inducir. Porque toda palabra tiene su efecto, a no dudarlo. Y también la de una serpiente, la cual desde entonces, no volvió a emitir sonido. Sólo el sonido que la acompaña, lo produce el cascabel de su cola. Y allí, no hay lugar a palabras sino tan sólo a una dramática y asfixiante muerte…
Y hoy, al recorrer los versículos tan enigmáticos de la Torá, se da una segunda oportunidad al reino animal. Esta vez, será el turno de un “Atón” – un asno o un burro- (perdóneme lector, no se bien las diferencias), quien asume el uso de la palabra a fin de llamar a la conciencia de su dueño, que ha elegido golpearlo duramente…
Sobre el burro, marcha un hombre venido a superhombre (no sólo en la posmodernidad el destino humano goza de ese privilegio). Ha alcanzado un poder singular. Su ser ‘palabra’, lo consagra como Profeta de la Naciones, y su ser real, lo denomina ‘hechicero o brujo profesional’… ¿Dualidad? Puede ser. Pero entre ambas condiciones, algo común se entreteje.
Bil’am es ese hombre. No es un asesino a sueldo. Es un maldecidor a sueldo. Allí la encrucijada de su ser palabra y su ser hechicero. Transformar lo bueno en malo. Trastocar el mismo orden natural que parecen poseer las realidades de los otros. Pero su principal “diálogo” no es con el poderoso (e impotente, otra paradoja) rey de Moav, Balak, pues con él solo tiene enojos e incomprensiones. Su diálogo esencial, lo mantiene con su asno, su burro sobre quien montó desde su juventud.
Bil’am es todo poder. Dispone de todo. Y cree poseer los secretos ocultos que pueden también, cambiar al mismo D’s. ¿Por qué no, me pregunto? ¿Sólo en la antigüedad los hombres soñaban con cambiar a D’s? Hoy, no muy lejos desde donde Bil’am vino a cumplir su misión, se yergue otro hombre –no sé si está montado sobre un burro, pero habla como el de nuestra perashá sin duda-, que hace de la palabra el mismo uso infrahumano para maldecir, para amenazar (una variante de la maldición) y para amedrentar a una humanidad que permanece azorada y muy paciente, demasiado tolerante a mi gusto…Sólo que este ‘profeta y hechicero moderno’, no pretende cambiar lo que D’s ha establecido. Pretende ser D’s… Y habla en nombre del suyo, que legitima su razón genocida…
¡Ay, cómo me duele la historia bíblica! Porque si fuera solo pasado, entonces la miraría con una sonrisa, y hasta la podría contar con otro final feliz. Pero cuando el teatro operacional del texto se llena de infelices, entonces la historia final no puede ser nunca contada… “Galgal jozer baOlam” afirmaron los sabios del Talmud. ‘Hay algo que retorna indefectiblemente en el ser de este mundo’. ¿Más simple? ‘La historia vuelve a repetirse…
Entonces, comprendo por qué es el turno del burro para hablar… Nada más propicio. Porque cuando el hombre pierde esa capacidad consciente del ser, entonces, ¡bienvenido el reino animal para ser escuchado! Nuestro burro es algo ‘sensible’ vemos. Se queja porque su amo lo ha golpeado 3 veces, sin motivo. “Y soy tu burro desde tu infancia…”. Su dueño, profeta y hechicero, con todos los poderes, responde con una amenaza: “si tan solo tuviera una espada en mi mano que te mataría”… Pero ¿cómo? ¿Este superhombre que va a ‘matar’ a toda una nación con la palabra –la maldición- necesita de una espada para matar a un simple burro? Siempre pensé que un ‘pase de manos’ hubiera bastado…
Así las cosas. Esta perashá nos pone de frente a una realidad dolorosa. Si al principio de la creación el hombre –Adám– hubiera empleado la palabra apropiada, seguramente, el lenguaje moderno nos hubiera deparado un destino mejor. La ‘Torre de Babel’ debe ser vista como una bendición para la humanidad. La multiplicidad del lenguaje, rescata de lo humano, su máximo valor: hacer inagotable la fuente de comunicación. Lograr que la palabra –mil veces traducida- pueda significar el plural de una existencia digna y valedera. Y comprensible a la vez…
Pero no. La impiedad gana la apuesta. La sinrazón presiona a la conciencia. Entonces… ¿por qué no puede hablar un simple burro?
Ya ve querido lector. Lo que creemos un milagro, no es más que una necesidad de la realidad. Hoy ese burro sigue hablando. Aunque es un burro sofisticado. Porque su palabra es palabra nuclear. Y entonces, diga lo que diga el burro, su palabra es ley.
Mientras tanto para nosotros, los judíos, la palabra, esa de la que hablamos al principio y nos preguntamos ¿cuánto vale?, le digo humildemente, que la palabra, la palabra es sagrada…
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
De todo corazón,
Mordejai Maarabi