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(Comentarios sobre la Perashat Semanal)
Por el Rabino Dr. Mordejai Maarabi
13/07/2024 – 07 DE TAMUZ 5784
COMENTARIO 1:
Perashat Jukat contiene la famosa y misteriosa historia de Mei Merivá, donde D’s le ordena a Moshé que le hable a una roca en el desierto para producir agua, pero Moshé golpea la roca en su lugar. D’s castiga severamente a Moshé y Aharón por su fracaso en este sentido, y decreta que morirían en el desierto en lugar de continuar el camino con Bené Israel hacia la Tierra de Israel.
Entre las muchas preguntas que surgieron con respecto a este incidente está por qué D’s le había ordenado a Moshé que le hablara a una roca. ¿Por qué ordenó Él una exhibición tan peculiar, que el profeta y líder de la nación hablara a una roca y le pidiera que produjera agua?
El extinto posek y sabio de la judeidad norteamericana, Rab Moshé Feinstein ZZ”L (en el Derash Moshé publicado póstumamente) sugirió que el evento previsto de Moshé hablando con una roca era un símbolo de un importante mensaje educativo que D’s buscaba transmitir. A veces, cuando intentamos guiar, instruir o enseñar a los que están a nuestro cargo, experimentamos la sensación de “hablarle a una roca”, que nuestras palabras llegan a oídos sordos. Dios quería demostrar que incluso cuando “hablamos a una roca”, cuando parece que nuestras palabras no tienen impacto, eventualmente puede “producir agua” y producir el resultado deseado. Y ciertamente, “hablar con la roca” es un enfoque mucho más preferible que “golpear la roca”, y luego tratar de transmitir el mensaje a través de duras críticas, censuras y condena.
Si es así, entonces el simbolismo del mandato de D’s a Moshé se relaciona muy de cerca con el trasfondo general del incidente de Mei Merivá. Cuando la gente expresó sus quejas por la falta de agua, exclamado con ira: “¿Por qué nos sacaste de Egipto, para llevarnos a este mal lugar?”, Moshé se sintió frustrado. Respondió llamando a la gente “morim” (“rebeldes” – 20:10), y el Rambám, en su Shemoná Perakim, señala el estallido de ira y frustración de Moshé como la esencia de su maldad en este episodio.
Moshé sintió que después de cuarenta años de vivir una existencia milagrosa en el desierto, no había nada más que se pudiera hacer para corregir la perspectiva de la gente. Como líder y maestro de la nación, se sentía desesperado. Si después de todo este tiempo todavía no reconocían el poder y la capacidad ilimitados de D’s para proveer, pensó, probablemente nunca lo harán.
Por lo tanto, D’s le ordenó a Moshé que le hablara a la roca, aludiendo a su responsabilidad de hablar con Bené Israel incluso si parecía que no iban a escuchar. En lugar de caer en la desesperación, Moshé debía continuar haciendo su trabajo de enseñar, dirigir, guiar y educar con paciencia, con plena confianza en la capacidad de comprensión de la gente. Incluso si la repentina crisis del agua sacudió sus sentidos y los llevó a cuestionar externamente la capacidad de D’s para sostenerlos, Moshé aún podría guiarlos a través de este período problemático con apoyo y sensibilidad, hasta que aprendieran gradualmente que los reveses temporales y los momentos de crisis no son una señal de la ausencia de la Divina Providencia.
Según el extinto sabio, Rab Moshé Feinstein ZZ”L, la lección de Mei Merivá se relaciona con el lento y gradual proceso de educación y crecimiento. Incluso aquellos que en la actualidad parecen impermeables al cambio podrían, con tiempo y paciencia, aceptar, internalizar e implementar gradualmente las lecciones que se les enseña.
COMENTARIO 2: “Sellado con un beso”
Llegan esos tiempos cuando conjugar las palabras se torna difícil, porque actúan los sentimientos. Llegan esas horas, cuando el amado se aleja del abrazo fecundo, para asomarse a una despedida. Arriban esos instantes, finos, delicados, cuando la amada parece ya no responder a los llamados.
Silencios. Ausencias. Carencias. Soledad. Temores…Todos ellos se dan cita en ese tiempos cuando decir adiós es la tarea. La arena bíblica, querido lector, estimada lectora, no es otra que aquella que transitamos nosotros, los simples y andantes humanos por la vida. La sagrada Torá, es sagrada, porque nos habla de la vida. En todas sus manifestaciones… Y cuando se allegan las despedidas, la voz se trunca, los corazones se detienen, y exhausto el cuerpo pide intervenir al alma…
Pues sólo el alma habrá de ‘hablar’, penetrando los silencios. Hallando respuestas que nunca esperamos. Hurgando entre los huecos de una memoria caprichosa, que en esos segundos de melancolía y dolor, nos insiste en el olvido. Nos ruega que no sólo miremos hacia atrás, sino que nos animemos a avistar el mañana. Ese día diferente. Ese tiempo cuando ya todo parece ha terminado…
Decir adiós, queridos, es asumir que todo ha cambiado. Y que nada volverá a ser como antes. Decir adiós, es poder acariciar los días pasados, agradecer por cada segundo de ellos, y abrazar –sin fuerzas casi-, las horas de un presente y las esperanzas de un futuro distante aún…demasiado alejado del alma quebrantada…
“Vinieron todos los hijos de Israel, toda la asamblea, al desierto de Tsin, en el mes primero, y permaneció el pueblo en Kadésh; murió allí Miriám y fue sepultada allí”. Miriam…Todo un escenario donde presentar a la nación judía. Miriam, una mujer de valor, que supo infundir valor y valores. Miriam, como su nombre lo contiene –‘Iam’- una mar completa y repleta de aguas fértiles y benditas, que supo volcar, instilar, abrevar a sus amados. Miriam…el primer “adiós”. Pues más allá de la naturaleza humana, y de los tiempos cronológicos que nos deben preparar a partir, la muerte, mis queridos, no es ‘lógica’…En la muerte no opera la lógica. En la muerte sólo caben recuerdos… Bellísimos, únicos, excelsos.
Decir adiós a Miriam nos significa separarnos de las ‘aguas’. De las profundas aguas nacidas en la tierra yerma, en las arenas asfixiantes de un desierto… ¡Vaya descripción! Cuando el amor puede dar de sí todo, es como esa agua. Aguas profundas estimado lector, que sólo logran emerger por el favor, por el fervor, por el amor único de una mujer…
Por cierto… “Mas no había agua para la asamblea; y ellos se congregaron contra Moshé y contra Aharón…”, tal el versículo contiguo. La ausencia decíamos se torna en carencia. Y la carencia, despierta la crisis, el lamento, el temor existencial. Así parece insinuarnos la sagrada Torá. Y nunca estamos preparados para separarnos. Jamás. Más allá de todo aquello que pueda y deba justificar tremenda ausencia.
“Quitó Moshé a Aharón sus vestiduras y se las hizo vestir a El’azar, su hijo, y murió Aharón allí, en la cima de la montaña, y descendió Moshé y El’azar de la montaña”. Aharón…el segundo ‘adiós’. ¿Cómo imaginar ahora el camino? Las huellas del desierto arenoso se esfuman entre la noche y el día. Los fuertes vientos arrasan con la memoria=huella…Aharón se nos ha perdido, allí, en lo más alto de una montaña. “Hor haHar” – הור ההר-, todo parece conjugar la instancia más aguda del dolor, como la cima de una montaña. “Una montaña sobre otra montaña” leían los sabios en la esencia del nombre…
Decir adiós a Aharón, significa separarnos del Cielo. De pronto, ese cielo tan cercano, parece alejarse más y más, hasta tornarse distante, distinto, indiferente diría. Nuestros jajamím nos hablaron que por mérito de Aharón, nos rodearon los “Ananéi Cabod” – las ‘Nubes de la Gloria Divina’…de allí los Cielos. ‘Perder’ los Cielos, es abandonar la ilusión; la esperanza que se renueva en cada partida y en cada acampar. En cada huella que dejamos en la vida.
Aharón. Quien amó a sus prójimos tanto como su amor al Creador. Aquel que se aferró a la vida para permitirnos saber que existe un cielo, y que puede ser todo mío. Todo nuestro. Para siempre. Ser de excepción Aharón. Y allí en su nombre, encerrado el secreto íntimo de su partida: אהרן, ‘HaR’, esa montaña…Porque hay seres que son como una montaña para nosotros. De tamaña envergadura. De impactante presencia. Allí la magnitud de la ausencia…
“Muerte con un beso”. ‘Mitá biNshiká’ la llamaron los jajamím. Una muerte tranquila. En paz. En armonía. Como todo lo que significó ese hombre para un pueblo. Morir con un beso….’Sellado con un beso’….
Hoy decimos adiós. Para comenzar a conjugar la eternidad. Porque allí, en la eternidad, cabe la esperanza, y por sobre todo, el reencuentro…
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
Rab Mordejai Maarabi