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PERASHAT DEVARÍM – SHABAT JAZÓN-
- julio 21, 2023
- Publicado por: augustomunoz
- Categoría: Sección Torah
Desvestirse de la forma y recubrirse en la forma…
(Comentario sobre la Perashat Semanal)
22/7/2023 – 4 DE AV 5783
“Le preguntaron a Rabi Pinjas de Koretz: ¿Por qué debe nacer el Mashíaj en el mismísimo día de la destrucción del Bet HaMikdash?
La semilla –dijo- se siembra en la tierra, y sabemos que se hará pedazos al principio, a fin de que crezca una nueva espiga. La fuerza no pude renacer si previamente no ingresa en un gran ocultamiento. Desvestirse de la forma y recubrirse en la forma, acontecen en ella en el mismo instante que se transforma en la nada.
En la cáscara del olvido crece la fuerza del recuerdo. Esa es la fuerza de la gueulá –redención-. En el día del recuerdo, la fuerza se halla en las profundidades y crece. Es por ello que nos sentamos en este día sobre la tierra. Es por ello que durante este día visitamos las sepulturas. Es por eso que en un día como éste nació el Mashíaj…”
Nueve de Ab. Todo el dolor en una fecha. Toda la angustia en un día. Todo el clamor de generaciones, en horas que se cierran cual estrecho y angosto cuello, por donde el hilo de la respiración –jadeante y ansiosa- permite presentir la debacle, anuncia un fin irremediable…
Nueve de Ab. ¿Cómo superar tanto dolor? ¿Cómo enfrentar, en cada siglo, en cada etapa, el sentido de la destrucción, del abandono, de la nada?
Nueve de Ab… ¿Cómo nace la vida en medio de tanta muerte?
Afirmaciones que se tornan preguntas. Cuestionamientos que se enderezan a signos de admiración. Generaciones que pasando por esta fecha, se ven asumiendo la responsabilidad histórica de ser pueblo, de dar sentido, de sobrevivir al destierro, de existir más allá de la línea de la vida…
Rabi Pinjas de Koretz fue un maestro del jasidismo. Y sabía, bien lo sabía, que la esperanza tiene formas y medidas.
La forma de una frágil e insignificante semilla. La medida, inconmensurable, de toda una tierra que la espera, para ser abonada, fecunda, florida…
Y la semilla, enseñaba con su arte de poeta, sabe por qué es semilla. Porque se hunde, y se echa a perder y pierde toda su frágil forma. Y deja de ser semilla. Se oculta en la oscura profundidad de una tierra, que la abraza, la ‘entierra’ para no dejarla salir ya más…hasta ser flor y fruto.
La semilla es pasado. Es olvido. Y en esa cáscara, decía el maestro, ‘crece la fuerza del recuerdo’… ¡Qué definición para un maestro del siglo 18! ¡Cuánta poesía enclavada en la lectura de la realidad! Vivir la realidad –aunque dolorosa y extenuante- con poesía, es volver a vivir. Es revivir. Es nacer y volver a ser…
Allí el secreto de la existencia, querido lector. En lo invisible. No lo tenemos, pero sabemos que allí está. Así hemos superado casi dos mil años de ausencia. De un Santuario añorado. De un Templo amado. De una historia jamás concluida. De un pueblo todo que en cada Nueve de Ab se retuerce del dolor de la partida –de la tierra, de los sueños, de los vínculos -; de la partida de su Casa, de piedra y de madera por fuera, de amor y veneración por dentro, de elevación y de temor reverencial en su intimidad…¡Cuánta cosa perdida!
Y cargamos desde entonces, con la mochila más pesada: recuerdos que a veces se tornan nostalgias y las otras melancolías. Nostalgia por volver a ver. Melancolía porque permanecemos lejos. Y es así como cada Nueve de Ab, en cada canción de duelo –elegías-, en cada Kiná que nos sume en llanto inconsolable, emerge la esperanza acurrucada entre las amarillas hojas de un viejo libro, depositado ahora en manos de un joven…de una generación distinta. La que no vio. La que mucho no pregunta. La que tampoco mucho entiende esto de dolerse por algo material…
¡Ay si supieras! ¡Si supieras! Estarían tocando a nuestras espaldas Jeremías abrazado y compungido junto a Isaías –sobrevivientes de la hecatombe-…
Si tan sólo de piedras y de maderas esto se trataría…Si tan sólo. Bet HaMikdash. Todo en una palabra. La Casa. El Hogar. El núcleo que da vida y revitaliza. El resto, en la otra: Mikdash…lo que consagra. Lo que particulariza. Lo que individualiza. Lo que separa y eleva…
La Casa que nos hace consagrados… ¿Podremos comprenderlo tal vez? Por eso rezamos y pedimos tanto por ella. “Sheibane…”, que sea reconstruida. Porque cuando sumemos una y otra piedra, cuando armemos una y otra madera, estaremos armándonos. Estaremos sumándonos. Estaremos desterrando la nostalgia y estaremos acogiendo la alegría. La alegría de vernos reconstruidos. La alegría de vernos, por sobre todo. Porque Jurbán es deformidad. Porque Destrucción es haber perdido la figura para pasar a ser imaginación. Y si bien amamos el imaginar, anhelamos recurrir otra vez al mundo de las formas. Mundo que adolece. Que sufre de crisis. Pero crece. Tiene perfiles claros. Límites contundentes. A eso aspira el Rabi de Koretz…
‘Desvestirse de la forma, recubrirse de la forma’ enseñaba el maestro. Y por eso imploramos. Para descubrir la forma. Para dibujar los contornos y definir los perfiles que nos hablan de la casa y de su habitante…Para volver, como entonces, a encontrarnos entre las flores y frutos de aquella semilla sembrada en lo profundo, y que sus raíces perduran –cual fuente de eternidad- entre luces y sombras que la abonan para que deje asomar su tenue color, y teñir de esperanza el desconsuelo de sus hijos, los hombres y mujeres de una nación, que se reúnen, cada Nueve de Ab a llorar por la ausencia y a confiar, una vez más, por Su Presencia…
En eso confiamos. Eso esperamos. Este Nueve de Ab. Cuando todo el dolor de un día se torne en la alegría para toda la vida.
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
De todo corazón,
Mordejai Maarabi