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LA FESTIVIDAD DE SUCOT
- septiembre 26, 2023
- Publicado por: Admin
- Categoría: Festividades Judías
EL TIEMPO DE NUESTRA ALEGRÍA
Por el Rabino Dr. Mordejai Maarabi
Los días ‘que conmueven’ llegaron a su fin. Los “Iamím Noraím” merecen, a nuestro humilde entender, una redenominación. Muy poco tienen de ‘terribles’ tal como las traducciones habituales lo definen. Nos acercan la dimensión de la finitud en cuanto a los días de la vida, es cierto, pero también, revelan lo majestuoso del vivir –del desafío de poder cambiar si lo queremos- el rumbo de nuestros días.
Y por ello, nos conmueven. Para movilizar lo que podemos, y trasladar, de las palabras a los hechos, todo aquello que hemos comprometido a nuestra existencia. Son días felices, únicos y emblemáticamente significativos. Los hemos vivido ya, y ojalá lo hayamos percibido.
Los días que siguen nos invitan a reunirnos. A pactar un encuentro con los nuestros y con El Creador. Él y nosotros debemos ser uno en los días que llegan. “Jag ha-Sucot taasé lejá” ordena la Torá. ‘La Fiesta de Sucot te harás para ti’. Comienza una nueva etapa. Y ese comienzo tiene sabor a uno. Empezando por uno mismo. ‘Harás para ti’ sugiere la Torá, como invitando al ser singular a no perder de vista su lugar, su honorabilidad, su fuerza conectiva con el prójimo y con D’s. Los días pasados fueron plural, los días por venir, se expresan en singular. Porque el resultado de la conmoción que inició el año, es poder dar con el individuo, recuperar su identidad, proveerle de palabra y animarle en su sentimiento.
Es así que la construcción de nuestra frágil Sucá a la salida de Iom Kipur, nos viene a insinuar la ardua tarea del edificarnos. Del erigir la estructura del nuevo ser que nos propusimos –si así nos lo propusimos-, alcanzar en este nuevo año. Una Sucá cuyo techo sea abierto al cielo… Y si la Sucáes el cuerpo, ese techo será nuestra cabeza. Poder visualizar el cielo, estar conectado a él, desinhibirnos de todo cuanto pensamos que no somos y concedernos un ratito –“taasé lejá” explicaron los sabios- ‘te harás para ti’; “ve-lo min ha-asui” –pero no de lo que ya está hecho-…
Dejar lugar a que nuestros pensamientos puedan considerar al cielo como alternativa…Idea original que regala la Sucá, la cual es definida precisamente por su techo –“Sejaj”-. Y a partir de esa condición basal, luego debo ver mi interior –tal como el de la Sucá-: aquella que se define como apta es cuando “tzilatá merubá me-jamatá”, es decir, ‘cuando la sombra que hay dentro de ella es mayor que la luz del sol’. ¿Se prefiere la oscuridad a la claridad en este diseño de la personalidad?
No. ‘Tzel’ en hebreo literal es sombra. Pero cuando alcanzamos la definición espiritual, ‘tzel’ representa la protección, el estar cobijado, lo seguro…En el hombre que puede mirar al cielo y estar conectado con Él, se llama Fe.
“Jamatá” –la luz que calienta, amén de iluminar-, representa el fragor de la vida. El esfuerzo del mundo material, que nunca falta en el recorrido de los días. Ni puede ni debe postergarse. Nuestra Sucá debe tener ese calor. Pero no debe superar al ‘tzel’…
Y un tercer elemento a considerar. Tres paredes propias harán de la nuestra, una Sucá apta para ser habitada. Si pensamos por un instante en la proyección del pedido de nuestra Halajá, probablemente podamos apreciar que ese individuo del cual hablamos debe reafirmar su condición individual, necesita afirmarse sobre –al menos- tres pilares.
Los “Iamim Noraím” nos regalaron que: “Teshuvá, Tefilá y Tzedaká” son los ejes funcionales del quehacer de esos diez días primeros, aunque también del año entrante.
El retorno sincero, la plegaria del corazón y la obra justa en lo social, son los argumentos que exponemos para lograr nuestro pasaporte a una vida con sentido.
Al llegar Sucot, se nos pide que tres paredes al menos, sostengan nuestro edificio. Un trípode existencial. De acuerdo a nuestra Torá, tres aspectos conforman la esencialidad humana: su ‘Rosh’, su ‘Áin’ y su ‘Leb’. La cabeza, el ojo y el corazón conforman una tríada singular. Y cuando el ‘rosh’ puede imaginar y pensar en el Cielo, entonces los ojos podrán mirar objetivos claros. Y el corazón, impulsará a la acción justa y bondadosa…
Es por ello que en los días de Sucot por venir, estamos invitados a ver el cielo e invitarlo por un ratito, a la tierra. Lograr visualizar por entre las paredes de nuestra Sucá vital, a esos invitados honorables –“Ushpizín”- que descienden hacia nosotros, para conmover nuestro corazón y regalarnos horas de intimidad con nuestra identidad.
Días de Sucot, donde la mente de cada iehudí esté puesta en lo fundamental, y esté dispuesta a señalar con signos claros y contundentes, el devenir de los días futuros. Porque Sucot, es tiempo de Paz. Shalom, que habla de integridad y completitud. Porque en estos días llegaremos definitivamente a diseñar como verdaderamente queremos ser en el año que ha comenzado.
Rab Mordejai Maarabi