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(Comentarios sobre la Perashat Semanal)
Por el Rabino Dr. Mordejai Maarabi
24/02/2024 – 15 DE ADAR RISHÓN 5784
COMENTARIO 1:
Perashat Tetzavé comienza con la mitzvá de encender la Menorá en el Mishcán cada noche (y, según la controvertida opinión del Rambám, cada mañana). Ibn Ezra, comentando el comienzo de Perashat Behaalotejá (Bemidbar 8:2) , elabora la teoría de que las luces de la Menorá son las que permitieron a Moshé recibir la profecía por la noche. Antes de que se construyera el Mishcán y comenzara a funcionar, HaShem le hablaba a Moshé solo durante el día. Pero una vez que se construyó el Mishcán y se iluminó con la luz de la Menorá, HaShem le habló a Moshé incluso durante las horas de la noche.
Rab Meir Simja Ha’Cohen de Dvinsk, aquí en Perashat Tetzavé, sugiere que este podría ser el significado del mandato de HaShem en el versículo de apertura de esta perashá, instruyendo a Moshé que Bené Israel deberían traer “a ti“ (“eleja“) aceite para el encendido de la Menorá. La palabra “eleja ”, escribe Rab Meir Simja, podría significar “para ti”, y por lo tanto indica que el aceite sería donado para Moshé, para sus propósitos. El encendido de la Menorá facilitó la profecía nocturna de Moshé y, por lo tanto, esta donación, más que ninguna otra, se hizo para Moshé, para realzar su estatura como profeta de D’s que recibe la Palabra Divina para transmitirla al pueblo.
Simbólicamente, la oscuridad de la noche representa períodos de confusión, miedo y ansiedad, cuando nos sentimos inseguros sobre nosotros mismos y nuestro rumbo en la vida, y esta falta de seguridad nos causa angustia. Tales sentimientos crean una distancia emocional entre nosotros y D’s, ya que nos vemos como vulnerables y expuestos, y no bajo el cuidado y protección del Todopoderoso. La iluminación nocturna del Mishcán quizás simboliza la noción de que en el Santuario, en presencia del Todopoderoso, no hay “oscuridad”. Podemos superar nuestros miedos, nuestras ansiedades y nuestra infelicidad residiendo en el “Mishcán”, viéndonos a nosotros mismos en todo momento como Cohanim sirviendo al Todopoderoso en Su presencia. El gozo y la satisfacción que vamos a recibir idealmente, Avodat HaShem debería elevarnos por encima de las preocupaciones y frustraciones que de otro modo nos afligirían, permitiéndonos sentirnos alegres, contentos y realizados incluso durante la “oscuridad de la noche”, durante los momentos difíciles de la vida.
En verdad, sin embargo, esto es solo parcialmente correcto. Como el Meshej Jojma procede a señalar, el pasuk inicial de Perashat Tetzavé concluye describiendo el encendido de la Menorá como “jukat ‘olam le-dorotejem“, un “estatuto eterno para todas vuestras generaciones”. El Meshej Jojma explica que en las generaciones posteriores a la muerte de Moshé, el encendido de la Menorá es un “Jok”, una ley cuyo razonamiento escapa a nuestra comprensión. Durante la vida de Moshé, la Menorá facilitó su profecía nocturna, pero después de su muerte, no sabemos la razón por la cual HaShem nos manda a iluminar Su Santuario.
Solo Moshé Rabenu fue capaz de equiparar el día y la noche en el Mishcán, de experimentar alegría y satisfacción durante los períodos de “oscuridad” a través de su devoción y servicio a D’s. Después de su fallecimiento, el encendido de la Menorá es un “Jok”, porque nadie más puede sentir la “luz” y la alegría del “día” durante los períodos oscuros de la vida. Solo alguien de la estatura espiritual única de Moshé podría apreciar plenamente el significado de servir al Todopoderoso y así evitar todos los sentimientos de miedo y angustia con el conocimiento de que está en la presencia de D’s y bajo Su cuidado.
Sin embargo, el ejemplo de Moshé debe inspirarnos a, por lo menos, apreciar el privilegio que tenemos de servir a nuestro Creador, que sin importar lo que nos suceda, siempre estamos en Su presencia. La luz de la Menorá debe recordarnos que incluso cuando la vida se vuelve “oscura” y nos sentimos ansiosos y asustados, podemos experimentar cierto grado de “luz”, de consuelo y reparo, sabiendo que estamos en la Avodá y, por lo tanto, bajo el cuidado amoroso, de nuestro Padre que está en los cielos.
COMENTARIO 2:
Hacia el final de Perashat Tetzavé, la Torá analiza los sacrificios diarios, los “temidim“, que se ofrecían diariamente: uno por la mañana y el segundo antes de que concluyera el servicio de Bet HaMikdash antes de la puesta del sol: “dos corderos de un año cada día, siempre [‘tamid’].”
Se ha sugerido que estos sacrificios “tamid” aluden a dos versículos del Tanaj que contienen la palabra “tamid”, los versículos con los que el Ram”a abre y cierra sus glosas al Shulján Aruj Oraj Jayim (la sección del Shulján Aruj que trata de la obligación religiosa del día a día): “Pongo a Dios delante de mí, siempre [‘tamid’]“; “Un buen corazón, es un tiempo festivo siempre [‘tamid’] bueno“. Los dos sacrificios diarios corresponden a estos dos sentimientos que un judío debe sentir en todo momento.
Más allá de la asociación literal de la palabra “tamid”, esta idea puede reflejar un tema fundamental latente en los sacrificios diarios. Estos sacrificios representan claramente constancia y coherencia en el servicio de Dios.
De hecho, una de las razones por las que ayunamos el día 17 de Tamuz es porque ese día ya no se ofrecía la ofrenda “tamid”. Sin esta institución, que aseguraba la actividad sagrada constante dentro del Mikdash, se puede decir que comenzó la destrucción del Templo.
Simbólicamente, entonces, las ofrendas “tamid” significan las responsabilidades constantes de un individuo, los ideales y valores que deben guiarlo a través de cada situación, día tras día.
Muy apropiadamente, entonces, se dice que los dos versículos con los que la Ram”a rodea a Oraj Jayim corresponden a los sacrificios diarios.
Estos dos versículos reflejan nuestros dos tipos más básicos de conciencia espiritual que deben determinar la forma en que conducimos nuestra vida diaria. Primero “Pongo a Dios delante de mí siempre“. Esto denota el sentido de “yir’á” – temor reverencial, un conocimiento genuino de la Presencia de Dios y el asombro y el temor que tal sentimiento necesariamente evoca. Un individuo debe sentir casi una dolorosa sensación de insuficiencia como tiene presente la mirada constante y vigilante de Dios que lo sigue en cada situación, pero, por otro lado, “un buen corazón, es siempre una celebración“: sin un profundo sentido de alegría y aprecio por lo que uno tiene y las oportunidades que se le presentan, Avodat HaShem se vuelve imposible. Concurrentemente con el temor de Dios viene el amor a Dios, la excitación y el entusiasmo que uno debe sentir por el privilegio que se le concede de estudiar Torá, cumplir mitzvot y servir y adorar devotamente a su Creador. Estos dos sentimientos son los dos “los sacrificios diarios” que se nos exigen, cada día de nuestra vida.
COMENTARIO 3:
UNA EVOCACIÓN PARA PURÍM
Cómo vencer al olvido…
“Mientras todas las festividades pueden desaparecer a la llegada del Mashiaj, Purím jamás desaparecerá, como lo expresa la Meguilá: ‘Estos días de Purím no caerán en desuso, ni la memoria de ellos se acabará de entre sus descendientes’” (Midrash Mishlé, 9)
Interesante definición de nuestro Midrash para con la Celebración que ocupó en centro de nuestra semana. Purím emerge por entre el calendario trascendiendo aún las fronteras mismas de nuestro Pesaj, Shavuot y Sucot, por ejemplo…
Y esto nos llama ciertamente la atención. Ante todo porque estas últimas marcan y delimitan un antes y un después del pueblo judío. Esclavitud versus libertad; opresión y discriminación versus moral y ética; casas de esclavos versus protección y amparo de D´s, si quisiéramos resolver un primer enigma en nuestras preguntas.
¿Qué delimita Purím como para sobreponerse a la esencia de estas festividades en el ejemplo, si bien no citamos otras de tanta o mayor proyección?
¿Cómo una festividad que nace de una Fuente de nuestro Tanaj podrá llegar a sobrevivir a aquellas que emanan de nuestra Sagrada Torá?
Purím es la fiesta donde vencimos al olvido…El olvido de nuestras raíces, de nuestras pertenencias, de nuestras referencias. Toda una generación a punto de desaparecer a causa de ese olvido. Fiestas palaciegas, derroche, opulencia, postergación del prójimo, intrigas y más, habían hecho de aquella generación lo que definieron los sabios como “dor jaiav”, algo así como un colectivo sobre el cual pende una deuda…
En Purím estaba en juego la continuidad física del judío. Y los genocidas de turno lo sabían bien. Y es por ello que ellos mismos echaron un sorteo –‘Pur’- esa es la raíz de la fiesta. Un macabro sorteo para elegir mes y día…
El genocida es oportunista. Espera la ocasión para golpear. Y Hamán sabía bien del olvido. Sabía de lo separado que estaba ese pueblo –alguna vez unido y reunido en su tierra-. La dispersión no resultó ser sólo geográfica. Y actuaba, el genocida, en silencio. Porque el oportunista juega siempre con la cuota de lo inesperado. Y allí asertó su golpe. ¿Cuándo? Cuando descubrió que había todavía un judío conciente de su condición. Que no le reverenciaba. Que no lo idolatraba. Y ese judío debía morir y con él, todos los judíos… un judío que no olvidó su pertenecer y su ser.
En las fiestas de Pesaj, Shabuot y Sucot, la mitzvá es regocijarnos, porque probamos del bien que HaShem nos deparó…En Purím, sin embargo, la mitzvá previa es “Recordar lo que te hizo a ti Amalek…No olvidarás”. Porque en Purím, en los tiempos donde los acontecimientos se dieron, olvidamos al Creador y probamos los manjares de otro rey, de carne y hueso y nos alegramos con su vino…
Ninguna otra fiesta nos propondrá tener tan Presente a D´s como Purím entonces. Pues así como Él se oculta a lo largo de toda la Meguilá –casi tanto hasta el olvido-, sólo el despertar de ese aletargado continuismo y enajenación, hizo de los judíos de entonces, el milagro de la supervivencia.
“Ve-nasá Aharón et Shemot Bené Israel be-Joshen haMishpat ‘al libó, be-boó el haKodesh, le-Zicarón lifné HaShem tamid…”. וְנָשָׂא אַהֲרֹן אֶת-שְׁמוֹת בְּנֵי-יִשְׂרָאֵל בְּחֹשֶׁן הַמִּשְׁפָּט, עַל-לִבּוֹ–בְּבֹאוֹ אֶל-הַקֹּדֶשׁ לְזִכָּרֹן לִפְנֵי-ה’, תָּמִיד – “y portará Aharón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral de juicio, sobre su corazón, al entrar él al Santuario, por remembranza ante HaShem, siempre”.
Así nos introduce Perashat Tetzavé al universo, infinito universo de la ‘memoria’. Un hombre, consagrado para representar al colectivo de Israel en todos los tiempos, llevaría sobre su corazón piedras preciosas, que le recordarían a cada uno y una de Israel, frente a D’s. Entonces el olvido tiene ‘cura’. Mientras haya siempre memoria ‘activa’ en el ‘pecho’ de un yehudí, las piedras de un camino minado de obstáculos, de odios irracionales y persecución despiadada, la memoria hará de esas piedras sólo ornamentos de la justicia…Piedras preciosas como preciosa es la vida de cada integrante del pueblo judío, en cada tiempo, en todos los tiempos… “Por memoria ante HaShem, siempre…”. Final de un versículo que me traslada a sentirme parte de ese ‘pectoral’ –hoy invisible-, donde late un corazón, donde vibra una identidad, donde como persona y como pueblo puedo vencer el amargo trance del olvido. De la postergración, de la negación y hasta de la misma muerte…
“Shebejol dor vador omdím aleinu lejaloteinu…” vamos a cantar dentro un mes a partir de esta fecha. ‘En cada generación y generación se levantan enemigos para exterminarnos’… “VeHaKadosh Baruj Hú matzilenu miiádam…”, ‘Pero El santo Bendito El, nos libera y salva de sus manos’.
Purím es la supervivencia del pueblo judío. La supervivencia al peor enemigo del pueblo judío: el olvido…Y esta fiesta, entiendo a nuestros sabios, no merece concluir jamás…
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
Rab Mordejai Maarabi
Grasias por la enseñanza me gustaria conoser mas
Boker,tov,bendiciones para todos,gracias por esta palabra y que el HaShen bendiga al rabino Mordenjai y que e Hashen bendiga a la casa de Israel,Amén.