Blog
PERASHAT “METZORÁ” – SHABAT HAGADOL
- abril 19, 2024
- Publicado por: Admin
- Categoría: Sección Torah
(Comentarios sobre la Perashat Semanal)
Por el Rabino Dr. Mordejai Maarabi
20/04/2024 – 12 DE NISAN 5784
COMENTARIO 1:
La Torá en Perashat Metzorá describe el procedimiento de purificación del Metzorá –enfermo por decoloración y afección de su piel- , que comienza con la aparición del Metzorá ante un Cohen – “ve-huva el ha-Cohen” (“será llevado ante el Cohen” – 14:2). Sin embargo, en las siguientes palabras, la Torá ordena que el Cohen oficiante debe ir a ver al metzorá: “El Cohen saldrá del campamento y verá que, efectivamente, la infección por tzara’at ha sido curada…”. Varios comentaristas señalaron Estos versículos aparentemente contradictorios, el primero instruyendo al Metzorá a ir al Cohen, y el segundo ordenando al Cohen a ir al metzora.
Rabí Ovadia Seforno explica: “‘Será llevado ante el Cohen‘, a un lugar cercano fuera del campamento, para que el Cohen pueda ir a verlo con respeto y sin demasiados problemas”. Según Seforno, el Cohen y el metzora se encuentran en las afueras del campamento. Al metzora no se le permite entrar al campamento hasta que se complete su proceso de purificación, por lo que no puede ir con el Cohen dentro del campamento, pero esto no significa que puede quedarse quieto y esperar que el Cohen vaya a su residencia temporal fuera del campamento donde solía acampar. El metzora le debe al Cohen minimizar sus inconvenientes y mostrarle respeto encontrándose con él cerca del límite del campamento.
Este acuerdo quizás sea un símbolo del esfuerzo bilateral que se requiere en el proceso de “purificación” en el sentido más amplio del término. Ciertamente, los “Cohaním” –los maestros, rabinos y otros líderes religiosos– no pueden sentarse cómodamente y esperar a que la gente acuda a ellos en busca de orientación e instrucción. Deben “salir del campamento”, hacer un esfuerzo proactivo para llevar la Torá al pueblo y “purificar” los males de sus electores. Esto no significa, sin embargo, que la gente pueda sentarse y esperar a que el “Cohen” venga a ellos, sin ningún esfuerzo o iniciativa de su parte. No pueden exigir ni esperar que los “Cohen” curen sus “infecciones” sin hacer su parte, sin invertir su propio tiempo y energía.
Hay un límite en cuanto a cuánto podemos esperar que los líderes religiosos trabajen e inicien para resolver los problemas espirituales de la nación. Nosotros, al igual que el “Metzorá”, debemos mostrar nuestra voluntad de participar en este proceso de curar la “tzara’at”, de abordar los muchos problemas preocupantes que aquejan a Am Israel. El maestro debe hacer un esfuerzo por educar e inspirar al alumno, pero el éxito de este esfuerzo depende también de la receptividad y voluntad del alumno para participar en el proceso. La “purificación” de Am Israel requiere la cooperación tanto de los líderes como de las masas, su voluntad de trabajar juntos para eliminar las “infecciones” de nuestra nación y regresar “dentro del campo”.
COMENTARIO 2: “Há-Jaim vehaMavet be-iad haLashón…”: La vida y la muerte en manos de nuestra lengua…
‘Quien cuida su boca y su lengua, preserva a su alma de la angustia y las dificultades…’. Parece ser un buen slogan de la posmodernidad. Y no cuenta con auspicio alguno. Pero para los tiempos que corren, importa que le importe a usted. A nosotros. A todos los que tejemos, en la diaria, esta delicada trama del tejido social, por donde atraviesan miles de situaciones, de las más complejas a las más felices.
Nacimos para hablar. Vivimos para comunicar. Existimos en el mundo de la Creación, a fin de percibir el Eco de la Voz del Creador y ser generadores de un nuevo sonido, comprensible, audible, llevadero y transmisible. Somos humanos en tanto y en cuanto podamos llenar ese vacío. El vacío que genera el silencio. Un silencio que no siempre es salud si es que callamos cuando no debemos…
Hablar es proponerse hablar bien. Hablar el Bien. ¿Cómo lograrlo, se pregunta? ¿Cómo se aprende a hablar el bien? (La educación formal intenta –y no siempre lo logra- enseñarnos a hablar bien…). ¿Cuáles son los contenidos mínimos, vitales, para iniciar el recorrido de esta materia, hablar el bien?
No hay duda, querido lector, querida lectora, que la carrera comienza en un punto de partida. Allí donde se comienza a vivir, es donde se empieza a hablar. Aprendemos a vivir de la mano inconfudiblemente grande de los padres, y balbuceamos nuestros primeros intentos de hacernos entender en su regazo y su atenta comprensión.
Tal vez, pensamos, por ello, es que la Torá nos pide en el momento de ser dada, una sola orden respecto a los padres: “Cabed et abíja veet imeja”. ‘Honrarlos’, dignificarlos. Tanto a uno como al otro. Porque son los pioneros de la enseñanza. Los precursores de poner en nosotros, la lengua delbien.“Torat jesed al leshoná” decía el rey Shelomó de su mamá. ‘La Torá de la bondad está en su boca’. Esa boca educa. Y ante todo, a hablar bondad…
Y si bien son infinitas las palabras que adquirimos en el recorrido de los días, y a medida que crecemos nuestro recurso literario se incrementa así como el vocabulario, así y todo, nos parece que no ha sido suficiente. Lentamente la pulseada la va ganando la ‘otra lengua’, el otro lenguaje. La otra comunicación. La que nos lleva al silencio. Silencio de rupturas, no silencios de pensamiento y reflexión. Aunque parezca mentira, el ‘lashón hará’ gana lentamente su partida.
De eso trata nuestra perashá. “Motsí–Rá”, una onomatopeya para ayudar a comprender toda una realidad del “Metsorá”. Lo que originalmente se presenta como enfermedad de la piel, se transforma en una sintomatología espiritual. Todo lo que le ocurre al enfermo en su cuerpo, proviene de su ‘decir y hablar mal’- “motsí-rá”. Y la gravedad del cuadro la describen nuestros sabios cuando nos dicen que “cinco veces está escrita la palabra ‘Torá’ junto al vocablo “Metsorá”, ‘lo que nos enseña’ –afirman-, ‘que toda aquella persona que incurre en el uso indebido del “lashón hará”(calumnia, lengua del mal, del hablar el mal), está profanando toda la Torá completamente’…
Hablar el mal no solo descalifica. Para el judaísmo ‘nos pone afuera de la Ley’. Porque así como por estudiar la Torá –‘Talmud Torá’– se nos considera el haber cumplido con todos los preceptos –‘Kenegued culám’-, la otra cara de la misma realidad nos dice que solo por hacer uso inadecuado de la lengua –‘hablar el mal’-, nos hace perder en un instante todo lo ganado. Así de simple. Así de trágico…
Tanto como la afirmación del mismo Shelomó HaMelej, en otro contexto cuando decía “Hajaím vehamavet beiad halashón”. ‘La vida y la muerte’ decía el sabio rey, ‘están en manos de la lengua’…Y si tal pensamiento le resulta categórico, entonces tratemos de pensar y detenernos en la profundidad del mismo. Y la gravedad de cada dicho, de cada frase, de cada palabra. Nada, queridos amigos, nada, pasará inadvertido en la vida.
Tener en cuenta lo que decimos es importante. Y cómo lo decimos es fundamental. Hoy, más que nunca es cuando debemos prodigarnos en enseñar, a quienes nos acompañan en el recorrido de la vida y a quienes crecen bajo nuestra guía, ‘Lashón haTov’, es decir, la ‘lengua del bien’.
Enseñar a ver lo bueno del otro –no tan solo sus defectos-, es el principio del camino. Valorar lo que el otro dice –más allá de cuanto me agregue o no a lo que ya sé- es el paso que le sigue. Y entonces, la ‘lengua del bien’ posee argumentos más que sólidos para el ejercicio de su hablar, de su decir, de su ‘formar opinión’.
Y esa tarea, decíamos, como todas, ‘empieza por casa’. De nosotros como padres dependerá el que formemos personas que sepan hablar. Pero de nosotros, como padres que educan, dependerá el que nos continuen hijos que puedan superar los usos y costumbres sociales y logren –no sin esfuerzo- hablar el bien…
Hoy, próximos a Jag haPesaj, de la fiesta del “PE – SAJ”= de la ‘Boca que habla’, donde todo empieza por casa, intentémoslo. A la limpieza profunda que nos esmeramos em hacer de nuestros hogares, sumémosle la otra. La que permite quitar el velo de nuestros ojos para ver sólo lo bueno. “Ureé betub Ierushaláim…” –‘observar solo lo bueno’-. Cuando eso ocurre, ya nada nos cuesta hablar sólo lo bueno. Empezando por casa…
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
Rab Mordejai Maarabi