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(Comentarios sobre la Perashat Semanal)
Por el Rabino Dr. Mordejai Maarabi
18/05/2024 – 10 DE IYAR 5784
COMENTARIO 1:
Perashat Emor comienza presentando varias leyes relevantes para los Cohanim, y la Torá ordena en este contexto, “Kedoshím yihiú le-Elokehem ve-lo yejalelú Shem Elokehem” – “Serán consagrados a su D’s, y no profanarán el Nombre de su D’s” (21:6).
El Netziv de Voloszhyn –Rab Naftalí Tzví Yehudá Berlín– en su “Ha’amek Davar”, explica que la palabra “Kedoshím” en este contexto significa separado y distinto. En su opinión, la Torá aquí ordena a los Cohanim que sean “Kedoshím” (que se comporten como hombres de estatura especial) “para su D’s”, es decir, sinceramente para honrar al Todopoderoso.
El Netziv escribe: “Se destacarán por sus excelentes rasgos de carácter, humildad y similares, en lugar de estar separados de las personas de una manera que no glorifica a D’s, y es más bien arrogante y condescendiente”. La palabra crítica en este mandato, según el Netziv, es “le-Elokehem“, que requiere de los Cohanim acercarse a su estatura de distinción con sinceridad, viéndolo como un medio de glorificar el Nombre de D’s en lugar de glorificarse a sí mismos.
Por lo tanto, el versículo continúa: “no profanarán el nombre de su D’s”. Si los Cohanim actúan de manera diferente con el propósito de engrandecerse a sí mismos y de prestigio, entonces difaman a D’s en lugar de honrarlo.
Hay momentos en que se llama a las personas a ser “Kedoshím”, a tener el coraje de sobresalir, de hacer algo impopular, de expresar una posición impopular o de actuar de manera diferente al resto.
El Netziv aquí advierte que esto debe hacerse con motivos sinceros y genuinos. Con demasiada frecuencia, las personas actúan de manera controvertida para poder sobresalir, hacerse un nombre, atraer seguidores y alcanzar la fama y la notoriedad. Cuando las personas persiguen una causa religiosa exteriormente idealista con fines egoístas, provoca un Jilul HaShem y difama nuestra fe.
El comando “Kedoshím yihiyú le-Elokehem” es un llamado a la autenticidad y sinceridad en la búsqueda de “kedushá“. A todos se nos dan oportunidades para distinguirnos y hacer nuestra contribución única a la nación judía y al mundo. Debemos asegurarnos de que esto se haga “a su D’s”, por un deseo sincero de traer honor y gloria al Todopoderoso, y no a nosotros mismos.
COMENTARIO 2: “Háblame… ¡rompe el silencio!!”
A no dudarlo que es difícil. Sin embargo uno lo intenta. Se interna en un mundo donde todo se supone se habrá de arreglar de una manera u otra. Porque intervienen muchos más de lo debido, y porque opinan tantos más de los que quisiéramos.
Es parte del crecer como hombres, es parte del creer en esta vida de la cual somos invitados de honor. Es parte, a nuestro humilde entender, de una tarea, como insinuaba el cantante: ‘multiplicar es la tarea’.
Estamos hablando de nosotros, los padres. Y por tanto seguiremos hablando de nosotros: nuestros hijos. Pero en este juego circular, en donde a veces ‘cada cual atiende a su juego’, las circunstancias nos permiten vivir dualmente tales condiciones: ser padre e hijo a la vez –cuando se nos permite encontrarnos las generaciones y caminar de la mano por la vida los años posibles-; y las otras veces, cuando siendo padres, los herederos nos ‘tienen de hijos’…Sentimos que es difícil ser tanto lo uno como lo otro, pero hay prioridades, existe un orden y debemos poner ciertas cosas en su lugar. Se nos advierte desde la perspectiva rabínica que: “Una persona puede envidiar todo, menos a su alumno y a su propio hijo”. Por lo tanto, ¡Competencia afuera!.
Pero debemos ser competentes en verdad. Más que eso: debemos ser honestos, sinceros con nosotros mismos y por sobre todo con nuestras ambigüedades. Saber que si hay cosas que dejamos de ocuparnos de ellas, casi con seguridad el paso del tiempo –es decir el dejarlas de hablar o ignorarlas-, nos llevará tarde o temprano a preocuparnos por ellas. Entre los verbos –ocuparnos/ pre-ocuparnos– hay un prefijo. Entre nosotros, hay un problema…
Este ‘bendito’ pasado milenio…¿estará también poniendo fin al núcleo vital de todos los tiempos como lo es la familia?
¿Hoy precisamente, cuando se han creado todos los medios habidos y por haber en las comunicaciones? Hoy, cuando se puede hablar desde la única boca que tenemos pero escuchar, escuchamos con cada oído a un ‘celular’ distinto; hoy donde las palabras se visten de gala en todas las academias, y se agregan y se quitan…Hoy, ¿podemos imaginar que el silencio se instale entre nosotros –padres e hijos-, nosotros ‘que nos queremos tanto’? Nos cuesta decirlo. Pero más nos duele.
La realidad nos lleva a decir lo que escuchamos sin caer en infidencias. Pero la verdad es que a veces (¿o casi siempre?) nos encanta llevarnos –y dejarnos ser llevados- por la hermosa incógnita que atesora el universo del ‘sobreentendido’…
Y aquí, mis queridos lectores, nuestra Torá tiene lo qué decir. Como siempre. Torá es “Torat Jaim” –una Ley de Vida- de la cual conviene aprender, con tiempo y a tiempo. Aún cuando sienta que –gracias a D’s- su vínculo y la palabra con sus hijos están a salvo, creemos que es bueno reflexionar al respecto, pues si bien –recordemos lo del juego y quien lo atiende- todo vuelve y hasta se recompone; lo que resulta difícil, es juntar los fragmentos, aquellas mismas pequeñeces que no atendimos cuando ‘chicas’ y que se transformaron en tremendos obstáculos –piedras y precipicios- entre nosotros. “Emor el haCohaním bené Aharon, veamartá alehém…”. ‘Habla a los sacerdotes hijos de Aharon y diles a ellos…’.
‘Hablar’ y ‘Decir’ llama la atención de los comentaristas. Entre ellos, están los que nos ponen en un verdadero dilema: “Ya que vas a hablar, entonces al menos diles algo…” sugieren. Interesante. Privilegiar los momentos que uno tiene para hablar. Y hoy, si bien son muchos, no siempre logramos decir algo. Aquí una idea.
Otra idea, sostiene: “Para advertir a los mayores sobre los más pequeños”. “Lehazhir…”, una suerte de llamado de atención, de prestar atención. De los Grandes para con los Chicos. Y en esto de ser grande o chico, dejemos por favor las cronologías. Se nos invita a hablar, a prevenir (también es el sentido del verbo ‘lehazhir’), a no permitir que el dorado silencio continúe cotizando y agrave más la devaluación en el seno familiar… Rabi Tsví de Lumez pensaba al respecto que “los más grandes, con su conducta y su ejemplo personal deberán servir como advertencia para con los más pequeños”. Y creemos que este pensamiento simple, encierra una gran verdad: La verdad que instalada en los tiempos en común que compartimos los guedolím (mayores) y los ketaním (pequeños). Porque…¿Dónde aprendimos a hablar?
No fue acaso el primer sueño el poder ‘arrancar’ algún sonido aunque fuera incomprensible? ¿O acaso, aquel código primero de comunicación que establecimos con nuestros papás y luego con nuestros propios hijitos, donde tan sólo a una mínima expresión ya todo lo entendíamos y ya todo lo sabíamos? ¿Cómo pasamos de la ecuación ‘a buen entendedor pocas palabras’, a la otra que nos dice: ‘por más que le hable, no me entiende, no lo entiendo’?
Lo cierto es que estamos atravesando tiempos complejos, donde sumado a que ‘no hay tiempo’ ocurre que tampoco hay ganas; y entonces dejamos para mañana lo que y necesariamente tendríamos que decirnos hoy… Muchos son los padres que no tienen respuestas. Muchos son los hijos que dejaron ya de hacer preguntas. Emerge una realidad dolorosa, que nos aleja gradualmente de cuanto nos propusimos en nuestro proyecto familiar, que no nos debe plantear el fracaso de entrada ni el escepticismo final. No, nada de eso.
“Emor…veamartá” dice nuestra perashá. Advirtiéndonos a los que cuando grandes, recuperemos lo que nos alimentó cuando niños. Pero, también al decir de Rabi Elimelej de Lisensk: “advertir a los grandes justos sobre sus pequeños errores y pecados”. Creemos que vale la pena volver a intentarlo. Hablar con el otro –más cuando es nuestro hijo- es importante. Decirle algo –además- es fundamental. Nunca sabremos nada acerca de lo fundamental si nos entregamos al mundo del sobreentendido. Somos padres y somos hijos, eso es lo que debemos entender. Y aún, cuando sea demasiado tarde para algunos, el ‘tarde’ en la escuela de la vida, también se computa como ‘media falta’…Está la ‘otra mitad’ que espera que demos nuestro presente. ¿De quién hablamos? ¡De mí! ¡De Usted! ¡De Nosotros!
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
Rab Mordejai Maarabi