Blog
(Comentarios sobre la Perashat Semanal)
Por el Rabino Dr. Mordejai Maarabi
08/06/2024 – 2 DE SIVAN 5784
COMENTARIO 1: Algo más que una simple cuenta…
El Cuarto libro de nuestra Torá, nos invita a un recorrido particular. En los hechos, los tiempos y sus contenidos. En cuanto a los tiempos, tan sólo unos 20 días nos separaban de la tierra de promisión. ¡Veinte días no más para alcanzar la libertad iniciada un año atrás! Y no es poca cosa. Claro, cuando esos 20 días se transformaron en 38 años…Los hechos reflejan dificultades, cuando de personas, ideas y posiciones se trata. En cuanto a los contenidos, nada más prolífico que un pueblo asistiendo a la Revelación de la Palabra de Su Creador –los Diez Mandamientos-, así como inaugurando un espacio de Santidad en medio de ese desierto: el Santuario Móvil o Mishcán, tema central en nuestra porción semanal. Claro, que la otra cara de la moneda espiritual, nos mostrará los antagonismos, las contradicciones y los opuestos: becerro de oro por aquí, lamentos por el agua y la comida por allí, ganas de volver a Egipto un poco más allá… “Bemidbar” es un poco el libro de la vida del pueblo judío. De los relatos que hacen a esa vida. Y al leerlo, recorremos un poco de nuestras experiencias, de nuestros proyectos, de nuestros logros, de todo aquello que tuvimos –o tenemos- a veces al alcance de la mano y que no siempre supimos /sabemos apreciar. “Bemidbar” comienza hablando de individuos a ser tenidos en cuenta. Para ello, superando todo censo poblacional estadístico, nuestra Torá propone un orden: “de acuerdo a sus familias, a sus casas paternas, de acuerdo a sus nombres”. La identidad es el primer condimento en el seno de un pueblo. Es aquello que se da pero que también se asume. No somos un pueblo por azar. Así nos vieron y nos quisieran ver-los que escriben la historia, los que dicen hacerla y los que quieren dictarla.
Ser judío es ante todo saber de dónde provengo. Allí el punto de partida. Y eso debe serme suficiente para analizar los tiempos, los hechos y sus contenidos que hacen a mi vida. Sin ello, todo puede ser igual o por el contrario, puede no llegar a ser nunca. Referirse a una familia es identificar a los padres, y el resultado de la ecuación es: Un nombre, es decir mi propia identidad, reflejo de una pertenencia. Ser judío no es una cuestión biológica. Se nace pero nos debemos hacer. Formar, educar, crecer, afirmarse en la cotidianeidad de los hechos, sus contenidos y todo en todos los casos, permitiéndonos el tiempo para ello. Cuando llegamos al presente Libro, todo el camino parece ponerse frente a nuestro horizonte, el individual como el colectivo. El desierto, ámbito donde se desarrolla Bemidbar precisamente, nos permite contornear la figura del pueblo judío en la extensión, y del hombre-familia en la intención. Hay un orden, aún en las condiciones que todo desierto propone Hay una meta, más allá de los años en que tardemos arribar a la misma. Hay lugar para lo Sagrado, cuando el individuo vence la limitación del espacio material y le brinda al Eterno cabida en su interior, en medio de él… “VeShajantí betojám” afirmaba el Todopoderoso respecto del Mishcán: ‘Habitaré en medio de ellos…’. Ser judío es parte de la Divinidad que habita en medio de uno, dentro de cada uno… Así entonces las cosas en el transcurrir de nuestras vidas. ¿Cuántas metas pospuestas o resignadas? ¿Cuántos órdenes violados en aras de superar obstáculos aparentes? ¿Cuántos caminos trazados en arenas urbanas, que ni siquiera lograron dejar alguna huella? ¿Intentamos abrirnos a lo sagrado, creando espacios -espiritualmente probados- para ello? ¿Y nuestras familias? ¿Y qué de nuestras casas paternas? ¿Será también necesario inquirir respecto a los nombres? ¿Qué tipo de orden creamos durante el recorrido por la vida? ¿Y qué, nos preguntamos, respecto a los límites temporales que nos impusimos en nuestros ansiados proyectos? ¿Concluyeron ellos todos a su tiempo, u ocurrió, tal como en el desierto que algunos de ellos de tan solo ‘20 días’ se transformaron en‘40 años’? Ser judío es responder a preguntas, últimas y primeras. E intentar respuestas. Por ello es que afirmamos el contenido de este desierto. Ingrato tal vez en los aspectos climáticos, pero enriquecedor en el aprendizaje del vivir, del capear temporales y en el pulir a fondo, bien a fondo, los aspectos definitorios del carácter de una nación y del sentido común de sus integrantes. Hay una verdad innegable: toda una generación quedará atrapada en sus cuestionamientos. La “generación del desierto” parece cobrar realidad en cada generación, si se nos permite la redundancia. Parece que el galut, la diáspora, ha clonado la idea, el concepto y hasta los resultados. Durante años el trabajo comunitario nos presenta a la nueva generación del desierto. Esto parecería ser halagüeño. Hasta nos animaría a pensar en un revival de buenas épocas… El desierto también es dueño de espejismos. Porque la generación del desierto es la que ‘deserta’; es la que se propone -sin que se lo pidan- dejar su lugar al que viene, sin haber siquiera, intentado quedarse con algún pedacito de ese desierto tan suyo. Hoy volvemos a encontrarnos, tras tanta caminata, y una vez arribados a la meta -76 años del Tercer Estado Judío lo ameritan- con aquellos que desean ‘morir en el desierto’; aquellos para quienes el tren de la oportunidad judía ha pasado ya, e imaginan a alguno de entre sus descendientes reavivando el fuego no por ellos encendido alguna mañana o noche. Ser judío no es dejar librado a la suerte aquello que necesariamente depende de mí y de nadie más que de mí. Bemibar presenta contrastes como vemos. No somos muy experientes en esto de desiertos, pero los vimos en los blancos mapas que coloreábamos cuando chicos o adolescentes, o en cartografías de enciclopedias o en películas tal vez. Y todos se parecen. Sólo arenas, tormentas, noches eternas y mediodías rigurosos. Sed. Hambre. Soledad. Muerte… Para Israel, para nosotros todos, nuestro 4° Libro, es todo desierto. No tiene un color definido. Pero posee un orden. Contiene vidas. Se puede en él saciar la sed y no solo del agua-; se puede en él, satisfacer el hambre y no solo de alimentos materiales-. En nuestro desierto la soledad no cabe pues todo un “pueblo habita bajo la protección del Altísimo” -al decir del Tehilím 91-, y por tanto, no hay en él mortandad. Sólo hay etapas que se cumplen. Generaciones que van y vienen. Y una Presencia. La del Todopoderoso en medio de un campamento que se habrá de movilizar o acampar, de acuerdo a lo que Él dictamine. Ser judío en tiempos de Bemidbar, es poder recibir el reconocimiento de D´s, en vida. En la eternidad de los días. “He recordado en tu favor, la bondad de tus mocedades, el amor de tus esponsales; el caminar en pos de Mí, por el desierto, en una tierra jamás sembrada…” declara el Profeta en nombre de D’s al pueblo judío… Superar el desierto en nuestras vidas, es darnos tiempo, proyectamos en hechos, saciarnos de contenidos. Arribamos a Bemidbar que ha sido traducido como “Números”. Para nosotros, es algo más que una simple cuenta. Sepamos por qué.
COMENTARIO 2:
Perashat Bemidbar comienza con el mandato de D’s a Moshé y Aharón de realizar un censo de Bené Israel, y el nombramiento de un líder para cada tribu para ayudar en el proceso. D’s le dijo a Moshé y Aharón que serían asistidos por “una persona por cada tribu”, y agregó que “el hombre que cabeza de su prosapia es” – “Ish rosh le-bet abotav hú”(1: 4). Luego procedió a nombrar al líder elegido para cada tribu.
La referencia a estos líderes como “la persona que es el jefe de la casa de sus padres” (“ish rosh le-bet abotav “) parece difícil de explicar, aunque comúnmente se entiende que este es solo otro término para el liderazgo tribal. Más específicamente, el Netzi”v (Rab Naftalí Tzví Yehuda Berlín) de Volozhyn en su “Ha’amek Davar” explica que este versículo significa que las personas que ya fueron aceptadas por sus tribus como líderes ahora fueron nombradas oficialmente por D’s para un papel de liderazgo.
HaShem le dijo a Moshé y a Aharón que aquellos que ya habían estado sirviendo como “rosh le-veit avotav” – líderes de facto – ahora serían oficialmente nombrados como líderes. Este término, según el Netziv, se refiere a un rol de liderazgo no oficial, uno que no fue asignado formalmente, y D’s ahora le dijo a Moshé y a Aharón que estos líderes ahora estarían asumiendo cargos formales.
Se cita una lectura inteligente de este versículo en el Likute Betar Likute de Rab Shmuel Alter. El término “rosh le-bet abotam” quizás podría referirse no a un rol de liderazgo tribal, sino más bien a un liderazgo efectivo en la propia familia. HaShem les estaba informando a Moshé y Aharón que las figuras que ahora estaba asignando a posiciones de liderazgo eran personas que eran admiradas y respetadas por los miembros de su familia debido a su carácter. Solo las personas que actúan correctamente en casa, que se ganan el respeto y el amor de su familia, son aptas para puestos de liderazgo comunitario.
Si bien es poco probable que esta sea la intención real del versículo, esta lectura creativa nos recuerda que el compromiso de uno con la familia no debe sacrificarse por el bien del liderazgo. Por el contrario, la conducta adecuada en la familia se considera un requisito previo para el liderazgo. Solo si una persona satisface su obligación más básica, cuidar de su familia, puede aspirar a seguir adelante y buscar ayudar a su comunidad y a su nación. Si uno descuida sus deberes familiares en aras de desempeñar un papel de liderazgo, ya no tiene las credenciales necesarias para ese papel, ya que solo una persona dedicada a la familia puede dedicarse a la comunidad o la nación en general.
Un aprendizaje para todos los tiempos…Ser líder no es tan sólo un aprendizaje o una virtud excepcional. Se nace como tal en el seno más simple, en el núcleo donde todos me conocen en los aspectos más íntimos. En mis días y en mis noches. En mis tiempos de enojo y en las horas de felicidad. Nacer líder es hacerse cargo ante todo de mi rol en el seno del espacio más sagrado que HaShem nos pidió construir, preservar y prolongar: los nuestros, los que amamos. La familia…
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
Rab Mordejai Maarabi