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(Comentarios sobre la Perashat Semanal)
Por el Rabino Dr. Mordejai Maarabi
27/07/2024 – 21 DE TAMUZ 5784
COMENTARIO 1:
Perashat Pinejas presenta la obligación de ofrecer el korban Tamid, el sacrificio diario en el Bet Ha-Mikdash, ordenando: “Et ha-keves ejad ta’aseh va-boker ve-et ha-keves ha-sheni ta’aseh bein ha-arbayim ” – “Harás sacrificar una oveja [como sacrificio] por la mañana, y la segunda oveja harás por la tarde” (28:4).
Keli Yakar encuentra significativo que la Torá se refiera al tamid de la mañana con la frase “ha-keves ejad” (“una oveja”), en oposición a “ha-keves ha-rishon” (“la primera oveja”). Para explicar este matiz, Keli Yakar hace referencia al comentario del Midrash (Bemidbar Rabá 21:21 ) con respecto a la expiación lograda por el sacrificio tamid. El Midrash enseña que el tamid de la mañana trajo expiación por cualquier pecado que se haya cometido en el transcurso de la noche anterior, mientras que el tamid de la tarde trajo expiación por las violaciones que ocurrieron en el transcurso de ese día.
Keli Yakar señala que, en términos generales, se cometen diferentes clases de pecados durante la noche y durante el día. Durante la noche, al menos en la antigüedad cuando la iluminación era limitada, la gente no realizaba mucha actividad. Como tales, los pecados nocturnos eran, en su mayor parte, pecados de la mente, intrigas y planes para actuar de manera inapropiada. Este tipo de transgresión, por supuesto, es muy diferente de los pecados cometidos durante el día, cuando la gente estaba ocupada en el trabajo y en sus asuntos.
Resulta, entonces, que los dos sacrificios tamid trajeron expiación por dos tipos muy diferentes de maldad. Y por esta razón, sugiere Keli Yakar, la Torá usa en este contexto el término “ejad”, que alude a un grado de similitud. Keli Yakar cita el famoso versículo que describe la conclusión del primer día de la creación, “Va-yehi erev va-yehi voker yom ejad” – “Era tarde y era mañana, un día.” Explica que mientras ciertas naciones paganas creían que el día y la noche estaban gobernados por diferentes deidades, ya que eran incapaces de concebir una sola Deidad controlando fenómenos naturales tan dispares, la Torá afirma que tanto el día como la noche eran “ejad”, parte del mismo sistema gobernado por el mismo Ser Supremo.
Keli Yakar aplica esta misma interpretación de “ejad” al sacrificio tamid. La frase “keves ejad” enfatiza que aunque las dos ofrendas expiaban muy diferentes tipos de infracciones, ambas se ofrecen al mismo D’s. Para disipar la noción pagana de que existen diferentes dioses que emiten diferentes órdenes y se enojan por diferentes formas de mala conducta, la Torá emplea la palabra “ejad” en este contexto para enfatizar que todas las formas de infracciones violan la voluntad del “Uno”, del Único Dios verdadero, de quien debemos buscar expiación.
Detrás de la discusión de Keli Yakar hay una advertencia para evitar la tendencia que a veces tiene la gente de clasificar nuestras responsabilidades religiosas en términos estrechos y simplistas. Así como los antiguos paganos no podían imaginar que un solo D’s produjera tanto un clima agradable y tranquilo como tormentas feroces, de manera similar, hay quienes tienen problemas para creer que un solo D’s puede imponernos muy diferentes tipos de obligaciones.
A veces es difícil aceptar que D’s quiere que observemos escrupulosamente las minucias detalladas de la Halajá, sino también para centrarse en ideales morales y espirituales más amplias; que debemos estudiar Torá con rigor intelectual, en un alto nivel de sofisticación, pero también para desarrollar un vínculo emocional con D’s; que debemos vivir nuestras vidas en el fiel servicio de D’s, pero también ser sensibles, amables, generosos y afectuosos con otras personas; que debemos desarrollar nuestra propia conexión personal con nuestro Creador, mientras también nos dedicamos a las necesidades de la comunidad. Keli Yakar nos está enseñando que así como el mundo natural consiste en fenómenos muy diferentes perfectamente equilibrados y armonizados entre sí, nuestra experiencia religiosa también debe caracterizarse por esta cualidad de “ejad”, la síntesis perfecta de muchas obligaciones y responsabilidades diferentes que se combinan para formar una vida completa e integrada de devoción religiosa.
COMENTARIO 2: Vientos de Cambio: Cuando crecer no es sólo para niños…
“…Entonces Moshé habló a D’s diciendo: ‘Nombre Ad’, el D’s de los Espíritus de toda carne, un hombre que esté sobre la congregación, que salga delante de ellos y que entre delante de ellos; y que los haga a ellos salir y entrar, para que no sea la congregación del señor como ovejas que no tienen pastor…” (Cap.27: 15-17)
Moshé Rabenu -nuestro maestro– definido bíblicamente como “anav micol adám”, el más humilde entre los hombres que habitaron la tierra, da prueba en ésta ocasión no sólo de esa peculiar cualidad, sino de algo más. Nuestra parashá nos presenta la grandeza espiritual de ese “fiel pastor”, quien aún en los momentos más críticos, no olvida a su rebaño.
Nuestros sabios rescatan esa maravillosa condición de su personalidad, acuñando la frase que dice: “…Para enseñarnos la alabanza de los Tsadikím -hombres decididamente justos- que aún en los instantes previos a su muerte, postergan sus propias necesidades en aras de los requerimientos de su comunidad” (Ialkut, en nombre de Sifré).
Mientras que un capítulo atrás asistíamos -con cierto asombro y dolor- a la sentencia Divina de: “Ve-neesaftá el améja” o sea, “…te habrás de reunir con el resto de los mortales de tu pueblo”, expresión que por otro lado, nos viene a indicar el momento de la muerte física del ser humano, es allí decíamos que, precisamente, Moshé se dirige al Todopoderoso rogándole designe: “…un hombre que esté sobre la congregación”.
Un nuevo líder. Alguien que venga a ocupar su lugar (el de Moshé, ni más ni menos…) y cumplir con su rol de conductor. Ni más ni menos…
“Anojí” es en hebreo indicativo del “Yo”, del ego. Prestemos atención por un instante, que si leemos en cambio “Enojí”, estaremos presenciando al ser que es “Egoísta”… Aparece sólo como cuestión de “vocales” y lectura. Pero no lo es. Allí donde se impone el individuo y sus condiciones, es donde no debemos confundirnos con nuestros exclusivos intereses. Hay que tener mucho cuidado. Un cambio de “vocal” puede acarrear tras de sí, una gran confusión…
Moshé, nos demuestra nuestra Torá, alcanzó la dimensión de la Grandeza (“Guedulá”- en hebreo) porque supo “tomar medidas”, las propias y la de los demás; porque supo reflejarse en el espejo de su prójimo, un rostro diferente con sensaciones bien distintas, aunque empeñado tanto como él, en una búsqueda…
En la búsqueda de la autenticidad de los seres humanos, esto es, la cualidad que nos permite conocernos tal cual somos, con nuestras flaquezas y limitaciones, por sobre todo. Sin olvidar, por cierto, de la pluripotencialidad escondida en cada uno y uno.
Por eso, creo entender que Moshé Rabenu fue grande. No sólo por el previsor que hubo en él, sino y especialmente, por haber sido el precursor en hacernos comprender que nuestro hacer, por nosotros y por los otros, debe continuar más allá que estemos convencidos que ya “no será igual”.
La grandeza y el egoísmo no transitan el mismo sendero. Uno no puede “crecer para sí mismo”. Crecer es extender nuestra raíz, para que algo nuevo pueda brotar…En el caso de Moshé, nuestro maestro, la flor de su tronco es: un alumno, un sucesor. Ese es simplemente su anhelo…
Pero volvamos al texto. El ruego de Moshé expresa: “Eloké haRujot lejol basar…” – “D’s de los espíritus de toda carne”, y el comentarista Rashí se pregunta: ¿“Por qué se expresó Moshé de esta manera”?
Y responde Rashí: “-Dijo ante El: ¡Soberano del Universo! Es sabido y revelado ante Tu Presencia, que tus hijos, el pueblo de Israel, piensan todos de forma diferente. Prácticamente en nada se asemejan unos a otros. Designa -te lo ruego- por sobre ellos un líder que pueda tolerar a cada uno con su respectiva idea”.
¿Qué nos insinúa Rashí? Tal vez, que las cualidades y aptitudes para la conducción militar y política de un pueblo, requieren de un principio básico, fundamental: “Sablanut”, de mucha paciencia, de extrema tolerancia. Paciencia y tolerancia que emanan de un mismo lugar: el buen trato hacia los demás bajo los auspicios de “Ahabat Israel”, o sea, el amor irrestricto por el pueblo de Israel .
Actitud que debe incluir el tomar la debida conciencia de su destino, de su rol en la historia y sólo a partir de ello, servir a la comunidad y aprender a sobrellevar sus pesares…Este es, sin duda, el objetivo más difícil. Y Moshé lo sabía por propia experiencia.
El Todopoderoso no hace esperar Su respuesta: “…Toma para ti a Ieoshúa…”. Y explica Rashí: “…tómalo con palabras seductoras: ¡Feliz de ti que has sido merecedor para guiar a los hijos del Señor!”
Quiere decir, debe Moshé darle ánimo frente a “ese pesado yugo” que presupone tal conducción. Para Rashí, un líder es un “eved hatsibur u-meshartó”. Simplemente: “un esclavo y servidor de la congregación”. Pero, ¿Es esto todo? No, por cierto.
El Todopoderoso continúa hablándole a Moshé, respondiendo a su pedido: “…Toma para ti a Ieoshúa, ish asher ruaj bo”. – “Un hombre en quien está el espíritu”, se nos agrega.
¿Qué significa ésta expresión? Para el “Or haJaím HaKadosh” la expresión “ruaj bo” estaría hablándonos de las aptitudes espirituales del líder, aseverando: “Sherujó colelet et rujó shel hakelál”: cuyo espíritu pueda abarcar e incluir el sentir de toda la comunidad.
Por otro lado, el autor de “Kelí Iakar”, considera que “ruaj bo” se refiere a la “capacidad interna de ser “Órej Rúaj”: ser paciente, longánimo.
Entonces… ¿Sólo se debe ser bueno, paciente, tolerante; debemos tan sólo servir y atender a la comunidad?
Rashí comenta la respuesta de D’s diciendo: “…Tal como lo pediste (hablando a Moshé)…que pueda enfrentarse con cada integrante del pueblo de Israel”. Comentario que, por cierto, despierta una aparente contradicción entre lo “pedido” y lo “propuesto”: Moshé que por su parte solicita “un hombre que pueda comprender y tolerar a cada integrante del pueblo”, y El Santo Bendito Sea que responde: “…que pueda confrontar -en sentido de oponerse- a cada uno y uno de ellos” (??!!).
Veamos como lo resuelve Rabí Moshé Ben Najman -Najmánides- z”l : Según este autor, el buen líder debe reunir (interiormente) ambas cualidades. Siempre su opinión deberá estar presente junto a la de los demás; deberá por cierto tener calma y ser tolerante hasta el último instante, tal cual lo dicho: “…y que tolere a cada cual y sus pensamientos”. Ser displicente y saber perdonar las transgresiones, sean por omisión o por alevosía. Pero todo esto, ¿En qué circunstancias? ¿Acaso siempre deberá obrar así? Y se nos responde: En todos los asuntos que conciernan a las situaciones personales, privadas o particulares del Líder. En todos aquellos aspectos que no involucren el andar e interés comunitario.
Porque, observa el Rambán y nos advierte , el texto de la Torá agrega: “…vetsivitá le-ene’ém”, – “habrás de ordenar ante sus ojos”- de lo que debemos inferir que: cuando se trate de temas relacionados con la comunidad; cuando lo que esté en juego sea el Tsibur (los fieles), allí el dirigente debera ser implacable, no deberá para nada temer a imponer su autoridad; allí es donde deberá mantener sus principios férreamente y sostener sus convicciones cual “roca”: “…Que sepa enfrentarse con cada uno, y no ser arrastrado por otros ‘Rujót’ (Plural de Ruaj=Espíritu. En sentido literal: Vientos); esos “vientos ocasionales que soplan en contadas ocasiones desatando tempestades y sembrándolas”.
He aquí una semblanza de un líder. De cómo elegir a un Gran Líder. Y de cómo él deberá ser. Grande por lo que sostiene, y no por quienes lo sostienen…
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
Rab Mordejai Maarabi