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PERASHAT “MATOT – MASSÉ”
- agosto 1, 2024
- Publicado por: Admin
- Categoría: Sección Torah
(Comentarios sobre la Perashat Semanal)
Por el Rabino Dr. Mordejai Maarabi
03/08/2024 – 28 DE TAMUZ 5784
COMENTARIO 1:
Perashat Massé, la última de nuestro Jumash Bemidbar, comienza con la lista de todos los lugares donde Bené Israel acamparon durante el transcurso de su viaje de cuarenta años desde Egipto hasta las orillas del río Jordán. Rashí, al abrir su comentario a esta perashá, cita dos razones diferentes por las cuales la sagrada Torá consideró necesario presentar esta lista, la segunda de las cuales está tomada del Midrash Tanjuma (33: 3): “Esto es comparable a un rey cuyo hijo estaba enfermo, y lo llevó a un lugar distante para curarlo. Cuando regresaron, su padre comenzó a contar todas las estaciones, diciendo: ‘Aquí dormimos’, ‘aquí tenías frío’, ‘Aquí te dolía la cabeza’… ”
Rashí no cita la siguiente oración del Midrash Tanjuma, que explica esta analogía: “Así le dijo el Todopoderoso a Moshé: Cuenta para ellos todos los lugares donde despertaron Mi enojo“. Según el Midrash Tanjuma, entonces, el propósito de esta lista es servir como un recordatorio de los pecados de Bené Israel en el desierto, todas las ocasiones en las que se quejaron, protestaron, se rebelaron y desobedecieron.
De la analogía con el padre y su hijo enfermo se desprende claramente que el objetivo de este relato de los pecados de la nación, no es condenar al pueblo por sus malas conductas y acciones, sino al contrario, reflexionar sobre el viaje que habían completado. Esta lista, según el Midrash Tanjuma, es la forma en que D’s le dice a Bené Israel: “Mira lo lejos que has llegado“. Al igual que el padre y el niño celebran la salud del niño recordando el dolor y las dificultades que había soportado, pero ahora son solo un recuerdo, de manera similar, D’s recordó las malas acciones de Bené Israel como una forma de celebrar su progreso y elogiarlos por el proceso de crecimiento que habían experimentado con éxito.
Este pasaje del Midrash es una declaración poderosa sobre la perspectiva adecuada que debemos tener sobre nuestros errores y fracasos. Ciertamente, no debemos subestimar la gravedad de las malas acciones, así como D’s castigó severamente a Bené Israel por los pecados que cometieron en el desierto. Al mismo tiempo, sin embargo, la analogía del Midrash Tanjuma nos enseña a considerar nuestras fallas como estaciones, como etapas a lo largo del viaje de la vida que, después del hecho, nos ayudan a alcanzar nuestras metas.
Debemos utilizar nuestros errores como catalizadores del crecimiento, de modo que en el futuro podamos reflexionar sobre ellos y ver cómo nos hicieron avanzar y acercarnos a donde queremos estar. Sólo así podremos crecer más allá de lo físico. Evaluar, volver atrás, recorrer y recordar los escenarios que “jamás castigan”, pero hacen algo más complejo: mostrarnos quiénes somos, cómo somos…Cómo deberíamos –al pasar por esos mismos parajes- detenernos y no volver a caer…
El Midrash nos enseña a no olvidarnos de nuestros fracasos ni a regodearnos en la culpa por ellos. En cambio, deberíamos utilizarlos como oportunidades de aprendizaje que nos ayuden a crecer y mejorar, y así transformarlos en estaciones importantes y puntos de inflexión a lo largo de nuestro viaje por la vida.
“Limnot yaménu ken hodá…” canta David. למנות ימינו כן הודע… Mi maestro lo tradujo como “enséñanos a contar nuestros contados días”. Y tenía razón. ¡Cuánta! Porque parece ser que perdemos la capacidad de contabilizar –no el tiempo- sino la calidad del mismo. A veces pensamos que ‘tenemos todo el tiempo’ en nuestras manos. Y el tiempo se escurre al igual que el agua… “ונביא לבב חכמה” concluía el sabio rey. ‘Para que podamos traer –llevar un poco de esa agua vital que se nos escurre- al corazón…’.
No se trata de una oportunidad más. Se trata de una única oportunidad…
COMENTARIO 2: Hoja de ruta hacia la Eternidad…
Arribamos al final de un ciclo. Y como tal, aquello de ‘dar vuelta la página’ cobra cierta realidad. En nuestras vidas, en nuestros lugares, en nuestros hechos. Somos el reflejo del Libro, porque somos libro. Cada uno despliega a lo largo de sus días infinitas hojas blancas, que al completarse, con el trazo de cada hora, de cada vivencia que llena los espacios vacíos, le damos un contenido, nos damos la vida…
En el ciclo anual de nuestra Torá, Bemidbar -el cuarto jumash– llega a su fin. El desierto quedará atrás, y la belleza de la tierra extendida y prometida, por delante. “Eretz jemdá”, tierra deseada, amada, bella e inquietante. Israel espera por Israel. La Tierra espera por el Pueblo. Allí el desafío. Allí lo infinito, lo inconmensurable de las “estrellas, si las puedes contar”, cobra realidad. Y una a una, así como incontables, tiene su brillo, posee su esplendor, pende de un Cielo desplegado de la ‘mano’ de Su Creador…
Todas las experiencias pasaron por este desierto. Desierto en su naturaleza, pero repleto en su existencia. Desierto que atesora vivencias únicas e irrepetibles; desierto que guarda, entre el silencio de sus arenas, a aquellos que no han querido divisar el frente…a la historia, al porvenir de una nación toda.
Cuarenta y dos estaciones en el desierto. Tal las primeras definiciones en este Shabat de Santidad.
Cuarenta y dos estaciones que contienen y a la vez retienen todas las voces y todos los llantos; todos los clamores y toda la algarabía…Estaciones que indican un alto en el camino. Una señal, un mensaje, una experiencia en la partida hacia un destino…
Cuarenta y dos son las expresiones que abarcan la denominación de HaShem. ‘El nombre de las cuarenta y dos denominaciones’ afirman los sabios, deseosos en descubrir los aspectos que hacen al D´s viviente de Israel y de la Creación.
Y tal vez, querido lector, sea en el ‘Midbar’ donde podamos –tanto como las estaciones y paradas de Israel por el desierto- acercarnos esa dimensión. Única, irrepetible, fascinante e intrigante de la Existencia. De la coexistencia entre El Creador y Su Pueblo –“Am kerobó”- Un pueblo que se torna cercano a Él, al decir del versículo…
Aquí en este desierto ocurrirán milagros. Y el primero de ellos, es poder darnos cuenta. El relato del recorrido, no es una clase de geografía. Es la ‘antropología de D´s’, al decir de Heschell…Porque allí donde estamos, D´s está con nosotros….
“Aunque anduviere por el valle de tinieblas, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo…” canta día viernes junto a nosotros David hamelej…En cada estación, un nombre.
“Zajarti laj jesed neuráij…” –‘recuerdo a favor tuyo, la bondad de tu juventud’ le cantó D´s al pueblo judío en boca de Jeremías el pasado Shabat; ‘el amor de tus esponsales, al caminar detrás de mí por el desierto, en la tierra no sembrada…’. Ese es el paso por el Midbar, y El Todopoderoso reconoce en cada paso y paso, un obstinado amor de Israel… El desierto, estimados lectores, no ahuyenta. Acerca, une, produce vínculos interminables e impostergables que habrán de llevar a D´s y al pueblo judío, hacia la tierra segura y el corazón feliz en el latido de un Santuario…Mishcán, Mikdash que se definirá como el ‘asiento de la Divinidad’… “Veshajantí betojam…” al decir de nuestra Torá. D´s en medio de cada uno. Su Nombre “betojam” dentro y en medio de cada uno.
Es por ello decíamos al principio del comentario, existe una relación estrecha que une las cuarenta y dos estaciones del itinerario que nuestra perashá describe, y las cuarenta y dos letras del Nombre Sagrado. Este Nombre, explica Rab I. Horovitz, autor del ‘Shela’, comienza por las letras: Alef, Bet, Guimel, Iod, Tav y Tzadi sofit, y figura en las plegarias de Rabi Nejunia ben Hakaná, que comienza por las dos palabras: ‘ANA BECOAJ…’. Representa, explica el autor, los atributos de D´s tal como se desarrollan desde el comienzo de la Torá.
Según Rashí, en el primer versículo de la Torá se había emitido la idea de fundar el universo de acuerdo con el principio de la Justicia integral (Midat haDín), pero el Eterno, en vista que esto era imposible a causa del libre albedrío que pertenecía la hombre, sometió la Justicia al reino del Amor (Jesed o Rajamím, Bondad irrestricta).
La oración “Ana BeCoaj” invoca el principio de la dominación de la Justicia por el Amor, por consideración a los hijos de Israel. Las primeras letras del Nombre de cuarenta y dos letras evocan la ‘mano derecha’ del Eterno que vencerá a la mano izquierda (conceptos de ‘Jesed’ y ‘Gueburá’ –Bondad y Rigor). La segunda línea muestra la Justicia mantenida dentro de sus límites por la frase ‘kerá satán’ (destruir al mal instinto), llamado que se hace a D´s para que elimine todas las intrigas y amenazas de las fuerzas adversas que se oponen al hombre.
Plegaria que nos trae a la memoria un recorrido. Desierto que tiene estaciones seguras, las cuales nos ayudan a ‘formar’, a cada paso, el Nombre del Creador, para retenerlo, para hacerlo habitar entre nosotros, para que Su Nombre –envuelto en nuestras tefilot diarias, nos inspire a realizar el bien y ser generosos con los demás.
Arribamos al final de un ciclo. Por delante, en nuestro porvenir, nos espera Israel. Bella y extendida. Deseosa que sus hijos, los Benéi Israel, sepan trasplantar a ella su nombre. Sus nombres. Y unirse en plegaria de palabras y de hechos, a la esperanza que se torna cada día que pasa en el desierto, en una pequeña y concreta realidad. “Umimidbar matana, umimatana Najaliel…” nos contaba nuestro Libro. ‘Desde el desierto al regalo, y del regalo, a la herencia de D´s…’. El desierto que nos lleva a recibir el regalo de la Ley, la Torá, y la Torá que nos regala el pasaje a la Tierra de Israel.
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
Rab Mordejai Maarabi